miércoles, 29 de junio de 2016

Historia de la ética

Antigua Grecia


Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la ética.
Platón (Πλατόν, 427 - 347 a. C.): Afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes. Así, por ejemplo, en el Gorgias (Γοργίας, “Gorgías”: diálogo platónico sobre la retórica) busca superar el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón (Φαίδων ἢ περὶ ψυχῆς, “Phaidón he perí psychés”: diálogo platónico sobre el alma) evidencia la importancia de lo que exista tras la muerte para regular el propio comportamiento. En La República (Πολιτεία, “Politeía”: sobre asuntos concernientes a la ciudad) aborda juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista diferentes en otras dos obras, el político y las Leyes. 
Aristóteles (Ἀριστοτέλεζ, 384 a. C. – 322 a. C.): La Ética Nicomaquea, seguramente el más importante tratado de ética de Aristóteles, se basa en la premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética eudaimónica). Para Aristóteles, todos los seres naturales tienden a cumplir la función que les es propia y están orientados a realizar completamente sus potencialidades. El bien, que es lo mismo que la perfección de un ser o la realización de las capacidades es cumplir su función propia, aquello a que solo él puede realizar. También los seres humanos están orientados a la realización plena de la función que les es propia. El problema que se suscita, entonces, es cuál es la función propia del hombre. Y si acaso hay más de un bien propio del hombre, ¿cuál es el bien más alto y más perfecto de los que puede alcanzar el ser humano?

Como en otras de sus obras, Aristóteles releva las opiniones de sus contemporáneos al respecto y comprueba que todas parecen estar de acuerdo en que el objetivo supremo del hombre es vivir bien y ser feliz, aunque hay muchos desacuerdos respecto de en qué consiste la felicidad y el buen vivir. Para Aristóteles la vida feliz (plena) es la que permite realizar la actividad superior (contemplación), con una suficiente autonomía (bienes materiales, salud), y en compañía de un número suficiente de amigos (cf. Ética Nicomaquea I).

Sólo son morales las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer. En cambio, no son morales ni inmorales las acciones padecidas, compulsivas o forzosas. Lo que es moral es la acción que depende de la voluntad, si se actúa de modo correcto. ¿Cuándo se actúa correctamente? La forma correcta de actuar depende del ámbito de acción (dianoético o intelectual, ético o moral) y en parte está pautada por las costumbres de la comunidad a la que se pertenece (si la comunidad es éticamente sana, algo que supone Aristóteles para el mundo griego quizá de modo acrítico) y se aprende con la educación. Cuando se actúa de acuerdo con estas pautas, se vive bien y se es virtuoso.

Filósofos estoicos: Propusieron teorías morales basadas en principios opuestos: la virtud y la vida con moderación.

Filósofos epicúreos: Propusieron la búsqueda del placer (hedonismo) en una desviada interpretación de Epicuro, según mi parecer.

Edad Media


Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a la doctrina cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la normativa que recogen los mandamientos. El fin último del actuar humano es la caridad, que se consigue al vivir desde el Evangelio, y que permite al hombre acceder a la visión de Dios (en el cielo), donde el ser humano alcanza su máxima plenitud y el bien supremo.

Diversos autores hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es oportuno recordar dos grandes nombres, san Agustín de Hipona (Aurelius Agustinus Hipponensis, 354 - 430), influenciado por la dialéctica de Platón) y santo Tomás de Aquino, especialmente en la segunda parte de su Summa Theologiae (Tomasso D'Aquino, 1224 - 1274), en la que se recoge numerosos elementos de la ética de Aristóteles.

Posteriormente, y tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se desarrolla en el ámbito católico lo que luego será conocido como principio de doble efecto.

Edad Moderna


Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo (estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos heredados de la Escolástica medieval. Descartes tiene algunos elementos de ética en su famoso Discurso del método. Dentro del racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró de modo más amplio y sistemático una propuesta ética. En el ámbito del empirismo, David Hume trabajó en diversos momentos para comprender los motivos profundos de las acciones humanas. La gran revolución ética moderna se realiza a través de Immanuel Kant, que rechaza una fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo (deontologismo formal), pues si la moral se orienta a buscar la felicidad no podría dar ninguna norma categórica ni universal. Los filósofos idealistas desarrollaron esta moral del imperativo categórico. Hacen frente así al utilitarismo, al afirmar que el principio de utilidad no es el único criterio de corrección de las acciones. 

Edad Contemporánea


La ética del s. XX ha conocido aportes importantísimos por parte de numerosos autores: los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar que esta principal tendencia (en las opiniones y en las instituciones), la cuestión de "la ética" en el s. XX, es en realidad un "verdadero nihilismo" (la nada) y "una amenazante denegación de todo pensamiento". Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos décadas, el filósofo escocés McIntyre establece nuevas herramientas de análisis histórico-filosófico de distintas versiones rivales de la ética.


Fuente: Wikipedia

martes, 28 de junio de 2016

Dilemas éticos

Estos se definen por como "correcto contra contra" y es el corazón de nuestras decisiones más duras. Son dilemas genuinos precisamente porque cada lado está firmemente arraigado en nuestros valores básicos, fundamentales. Cuando las personas se encuentran con estas decisiones difíciles, rara vez es porque se enfrentan a una tentación moral.


A continuación cuatro paradigmas para la comprensión de los dilemas éticos:

Verdad frente a Fidelidad

La verdad, para la mayoría de la gente, es la conformidad con los hechos o la realidad. La lealtad implica lealtad a una persona, empresa o grupo de personas, un gobierno, o un conjunto de ideas al que se le debe a la fidelidad. Es correcto permanecer en la verdad. Es correcto ser leal.

Individuo frente a Comunidad

El individualismo supone que en una sociedad en la que cada persona lleva a cabo vigorosamente sus propios intereses, el bien social emergería automáticamente. Como tal, los derechos de la persona deben ser preservados. Por "comunidad" se entiende que las necesidades de la mayoría son mayores que los intereses del individuo. Comunidades nos hablan en una voz moral. Ponen los créditos a sus miembros. Es correcto considerar al individuo. Es correcto considerar la comunidad.

Corto plazo frente a Largo plazo

Las preocupaciones a corto plazo se asocian generalmente con la satisfacción de las necesidades actuales, de tal manera que se preserve la posibilidad de un futuro. Las preocupaciones a largo plazo generalmente se definen por la proyección de los intereses futuros de tal manera que habrá abundantes medios para satisfacer las futuras necesidades requeridas. Es adecuado pensar y planificar a corto plazo. Es adecuado pensar y planificar a largo plazo.

Justicia frente a Misericordia

La justicia nos insta a seguir por nuestros principios, mantener las reglas a pesar de las presiones del momento, y llevar a cabo la imparcialidad y sin atención a personas o situaciones. La misericordia nos impulsa a cuidar de las necesidades peculiares de  las personas y a buscar la benevolencia en todo lo posible. Es correcto ser misericordioso. Es correcto cumplir la justicia.

Criterio ético y la toma de decisiones

El criterio ético son básicamente los estándares empleados para discernir si algo es moralmente correcto o no. Un individuo puede utilizar criterios diferentes en la toma de decisiones éticas, entre los cuales están el criterio utilitario, centrarse en los derechos y centrarse en la justicia, los cuales se explicaran a continuación.



Criterio utilitario

Las decisiones se toman únicamente sobre la base de sus resultados o consecuencias. El objetivo del utilitarismo es proporcionar el mayor bien para el mayor número. La vista tiende a dominar la toma de decisiones de negocio. Es consistente con los objetivos como la eficiencia, la productividad y los altos beneficios. Por la maximización de ganancias, por ejemplo, un ejecutivo de negocios puede argumentar que es asegurar el mayor bien para el mayor número que se repartan cartas de despido al 15% de sus empleados.

Centrarse en los derechos

Este hace un llamamiento a las personas a tomar decisiones coherentes con las libertades y privilegios que se exponen en documentos como la Declaración de derechos fundamentales. El énfasis en los derechos en la toma de decisiones significa respetar y proteger los derechos básicos de las personas, tales como el derecho a la intimidad, a la libertad de expresión y al debido proceso.

Centrarse en la justicia

Esto requiere de los individuos para imponer y hacer cumplir las normas de manera justa e imparcial para que haya una distribución equitativa de los beneficios y costos. Los miembros del sindicato por lo general favorecen este punto de vista. Se justifica el pago de las personas con el mismo salario para un trabajo dado, independientemente de las diferencias de rendimiento, y el uso de la antigüedad como la determinación primaria en la toma de decisiones de despido.

Cada uno de estos criterios tiene ventajas y pasivos. Un enfoque en el utilitarista promueve la eficiencia y la productividad, pero puede dar lugar a ignorar los derechos de algunos individuos, particularmente aquellos con representación de las minorías en la organización. El uso de los derechos como criterio protege a los individuos de un daño y es consistente con la libertad y la privacidad, pero puede crear un entorno de trabajo excesivamente legalista que obstaculiza la productividad y la eficiencia. Un enfoque en la justicia protege los intereses de la subrepresentados y menos poderosos, pero puede fomentar un sentido de derecho que reduce la toma de riesgos, la innovación y la productividad.

Tomadores de decisiones, en particular en las organizaciones con fines de lucro, tienden a sentirse seguros y cómodos cuando utilizan el utilitarismo. Una gran cantidad de acciones cuestionables puede justificarse cuando está enmarcado como los mejores intereses de las organizaciones y los accionistas. Pero muchos críticos de los directivos de empresas argumentan que esta perspectiva tiene que cambiar. La creciente preocupación en la sociedad acerca de los derechos individuales y la justicia social sugiere la necesidad de los administradores para desarrollar estándares éticos en base a criterios no utilitarios. Esto presenta un desafío sólido para los gerentes de hoy en día debido a la toma de decisiones utilizando criterios tales como los derechos individuales y la justicia social implica mucho más ambigüedades que el uso de criterios utilitarios tales como los efectos sobre la eficiencia y beneficios.

Paradigmas de la ética

Paradigma es un término de origen griego, "parádeigma", que significa modelo, patrón, ejemplo. En un sentido amplio se corresponde con algo que va a servir como modelo o ejemplo a seguir en una situación dada.

Los paradigmas están presentes intrínsecamente en nuestro comportamiento, pues de forma natural tendemos a actuar bajo lo que nos parece correcto, y esto está dado por los paradigmas que habitan en nuestra mente.

De la misma forma, durante la historia también han existido distintos paradigmas sobre la ética, el cual es el punto principal de este articulo.

Existen dos grandes orientaciones dentro de este campo, el consecuencialismo y la deontología.

El consecuencialismo

En este primer paradigma, las consecuencias de una acción son la base de cualquier juicio moral. Por lo tanto, una acción moralmente correcto es aquel que produce un buen resultado o consecuencia.

Existen tres tipos principales de consecuencialismo:

  1. El utilitarismo: El consecuencialismo y el utilitarismo a menudo se refieren como la misma, ya que las diferencias son muy sutiles. Sin embargo, el utilitarismo es una rama de consecuencialismo que se refiere específicamente a las teorías cuyos extremos consistirá en una experiencia o sensación producida por una acción. En virtud de su fundador, Jeremy Bentham, la teoría comenzó como utilitarismo hedonista , donde una buena consecuencia se basa simplemente en la que aumenta el placer. Sin embargo, John Stuart Mill propuso más tarde una jerarquía de placeres, donde ciertos tipos de placer son más valoradas que otras. Años después, Peter Singer añade una mayor complejidad en su creación de Utilitarismo de Preferencia, donde una buena consecuencia es lo que es más favorable para todas las partes involucradas.

  2. Ética teleológica: A diferencia de utilitarismo, la ética teleológica difiere en cuanto a la naturaleza del fin que las acciones deben promover. Hay dos tipos principales: La primera es eudaimonia, donde una buena consecuencia es que lo que aumenta la felicidad. Sin embargo, en este contexto, la "felicidad" no se refiere al estado de ánimo subjetivo que esperaríamos. Una mejor traducción del original griego en vez define la felicidad como "florecimiento humano", o una vida objetivamente deseable. La segunda es Arete (También conocido como "virtud"), donde una buena consecuencia es que el que cultiva la excelencia moral, o un rasgo / calidad de los caracteres que siempre es bueno en sí mismo. Estas virtudes pueden ser cualquier cosa de valor, la sabiduría, la fe, el amor, etc.

  3. Consecuencialismo de regla: Sostiene que el comportamiento moral implica seguir reglas, pero además elige reglas basadas en las consecuencias que tienen. Sin embargo, es diferente del consecuencialismo puro porque el juzga en función de si una acción sigue ciertas reglas "buenas", en lugar de sobre si el acto en sí mismo es "bueno".

La deontología

Deriva respuestas normativas a través del personaje de un acto en sí mismo. Sin embargo, no todos los deontólogos son absolutistas morales:


  1. Deontologia absolutista:  Llevada por Immanuel Kant, se refiere a algunas acciones como erróneas sin importar las consecuencias que se derivan de ellos. En el comienzo de su ética, Kant sostiene que el bien más alto debe ser intrínsecamente bueno y bien en todo momento, y luego muestra cómo ciertas cualidades (como el placer) no pueden ajustarse a tal descripción. Por último, concluye que la buena voluntad (que se define como "actuar por respeto a la ley moral") es lo único que es verdaderamente "bueno". Conecta el valor moral con la obligación moral, diciendo que hay que actuar a través del deber con el fin de ser bueno. Por otra parte, si no se especifica ya, dice que se trata de motivos, no consecuencias, que determinan la moralidad. De este modo Kant afirma que la bondad está supeditada a la rectitud, y a través de este, se formula el imperativo categórico. Este silogismo tiene tres máximas: 1) Uno actúa moralmente cuando las acciones de uno, en todo momento, pueden considerarse "correctas" para cualquier persona en una situación similar. 2) Las acciones son "correctas" si tratan a otras personas como fines en sí mismos, en lugar de medios para un fin. Y 3) Por lo tanto, uno actúa moralmente cuando aparenta que sus acciones son la base para el establecimiento de leyes universales que gobiernan otras personas en situaciones similares. Esto es crucial, ya que funda la moralidad en conceptos a priori a través del uso de la razón práctica pura (sin tener en cuenta el empirismo). El imperativo categórico sin embargo puede ser mal interpretado, porque sólo se aplica a las situaciones específicas.

  2.  Deontólogia no absolutista: Dice que las consecuencias de una acción a veces pueden hacer que la acción, que por lo general es incorrecta (o en contra del imperativo categórico), lo correcto a hacer. Esta define siete deberes a primera vista (a pesar de que no pueden ser todo incluido) para medir las acciones morales: Deber de beneficencia, no maleficencia, la justicia, la superación, la reparación, la gratitud y fidelidad. Sin embargo, dice, cuando dos o más están en conflictos, hay que actuar sobre el deber más importante dentro del contexto de esa situación.

¿Qué es "ser ético"?

De forma general, podemos definir ética como los conceptos básicos y principios fundamentales de la conducta humana decente. Incluye estudio de los valores universales como la igualdad esencial de todos los hombres y mujeres, los derechos humanos o naturales, la obediencia a las leyes del país, la preocupación por la salud y seguridad y, cada vez más, el medio ambiente natural.



La ética no es más que convenciones sociales, como modales en la mesa. Ética definen las condiciones sociales necesarias para los humanos prosperar.

Entonces, ¿qué es ser ético?

Esto se refiere a actuar de manera consistente con lo que la sociedad y los individuos por lo general piensa que son buenos valores y demostrar el respeto a los principios morales fundamentales que incluyen la honestidad, la justicia, la igualdad, la dignidad, la diversidad y los derechos individuales.



¿Y existe alguna diferencia entre la ética y la moral?

Aunque muy parecidas y complementarias, existen matices que diferencian ambas palabras.

Si buscamos en su origen etimológico, encontraremos que ambas compartían el mismo significado:

  • Moral viene del latín "mos" que significa "costumbre".
  • Ética viene del griego "ethos" que significa "costumbre".
Sin embargo, con la evolución del lenguaje, ambas palabras han tomado direcciones distintas con respecto a su significado.

La moral es más práctica, pues se trata de la serie de principios que rigen nuestro comportamiento; ése conjunto de normas que seguimos día a día porque creemos que es lo correcto. Y en cambio, la ética es más filosófica. Es la reflexión previa sobre aquellos principios que luego formaran nuestra moral.